En esta época de confusión en la fe y de búsquedas de la divinidad, muchas veces equivocadas, o por lo menos a tientas (cf. Hch 17, 27), recobra actualidad el relato del ciego Bartimeo, por que a través de él, Marcos nos ofrece un acceso a la fe en Jesús, Mesías, imprescindible para el hombre de hoy, tan necesitado de una percepción adecuada del Hijo de David y Rabuní, y tan urgente para llegar a ser un verdadero discípulo misionero que ofrezca a los demás “un testimonio explícito del amor salvífico del Señor […], que da sentido a la vida” (EG 121).
Aunque el episodio de Mc 10, 46-52 ha sido objeto de múltiples estudios exegéticos, me ha parecido conveniente retomar de nuevo este argumento a la luz de los nuevos métodos hermenéuticos, porque permiten presentar en forma unitaria algunos aspectos literario-teológicos, no puestos suficientemente de relieve hasta ahora, entre los cuales destacan la cohesión y la coherencia de este episodio, su espesor semántico, — el discipulado, la ceguera y la visión del misterio del Mesías—, y sus características de estilo, así como su función en la estrategia narrativa del conjunto del relato de Marcos y su significado en el mensaje global del este evangelio.
La presente investigación de corte narrativo y pragmático, permite poner de relieve cómo Marcos construye al lector implícito, presentando, como modelo de acción para el lector real, la función discipular del hijo de Timeo, por su fe y seguimiento a Jesús Mesías, en el camino de su Cruz y de su Resurrección.
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